Algunos médicos solían asumir que no había nada que pudiera hacerse por un paciente con amiloidosis. Esto no es cierto, especialmente ahora que los tratamientos se han vuelto más efectivos. Con el tiempo, a medida que las terapias continúen desarrollándose y refinándose, la amiloidosis será un poco más que una molestia tratable.
Al trabajar con un equipo de médicos, incluso hematólogos, cardiólogos, nefrólogos y neurólogos, entre otros, es importante obtener un diagnóstico preciso y certero de la enfermedad lo antes posible. Los tratamientos disponibles dependen del tipo de amiloidosis y los órganos afectados, además de la afección, la edad y la preferencia personal del paciente. Si no se trata a tiempo, los depósitos de amiloides continuarán dañando los tejidos hasta la insuficiencia orgánica, y posiblemente la muerte. El tratamiento de la amiloidosis es un proceso de dos partes:
(1) Controlar los síntomas para promover el bienestar, la calidad de vida y la supervivencia del paciente; y
(2) eliminar el suministro de proteínas amiloides para mejorar la función de los órganos.
Tratamiento de Amiloidosis
Existen tres enfoques generales para interrumpir la formación y el depósito de proteínas amiloides, que varían de acuerdo con el tipo de amiloidosis. El tratamiento más común interfiere con la producción de la proteína precursora que produce la enfermedad.
Un segundo método utiliza farmacoterapia para estabilizar la estructura normal de la proteína precursora, y de este modo evitar que se pliegue mal y se transforme en un amiloide. Una tercera estrategia es atacar los depósitos de amiloides directamente desestabilizando las fibrillas amiloides para que dejen de plegarse mal.
Todas las terapias tienen efectos secundarios y los médicos se asegurarán de recomendar las mejores opciones. En muchos casos, si la fuente de las proteínas anormales se elimina, los depósitos de amiloides existentes pueden reabsorberse con el tiempo, y la función de los órganos se restaura.