La miocardiopatía hipertrófica no dispone de cura, pero la mayoría de los síntomas causados por la enfermedad pueden ser controlados mediante fármacos. Algunos pacientes pueden llegar a necesitar otros tratamientos. En pacientes con miocardiopatía hipertrófica obstructiva puede ser necesario un tratamiento adicional.
Fármacos
A continuación se describen los principales fármacos utilizados en la miocardiopatía hipertrófica. Diferentes pacientes pueden necesitar distintos tratamientos, en función de su afectación y sus síntomas.
Betabloqueantes
Los betabloqueantes actúan disminuyendo la frecuencia cardíaca. Consecuentemente, se reduce la carga de trabajo a la que se somete al corazón, por lo que necesitará menos oxígeno, menor aporte de flujo y nutrientes. Algunos betabloqueantes pueden ayudar a controlar las arritmias. Existen diferentes formulaciones de betabloqueantes, con pequeñas diferencias entre ellas.
Efectos secundarios – Los efectos secundarios serios son raros con un empleo adecuado de betabloqueantes. Los efectos secundarios menores son frecuentes, pero tienden a disminuir con el paso del tiempo. Estos incluyen cansancio, fatiga y frialdad de manos y pies. Otros efectos menos frecuentes incluyen mareos, náuseas, diarrea, erupciones cutáneas, impotencia sexual y pesadillas.
No se debe abandonar la toma de betabloqueantes de forma brusca, sin asesoramiento médico, especialmente porque puede empeorar los síntomas de angina.
Antagonistas del calcio
Las células musculares del corazón necesitan un flujo regular de calcio para funcionar correctamente. Los antagonistas del calcio reducen la cantidad de calcio que entra en las células musculares que forman la pared de las arterias (incluyendo las arterias coronarias), provocando relajación y ensanchamiento de éstas. Como resultado de esto, la ‘fase de reposo’ (descanso entre latidos durante el cual las arterias coronarias se llenan y suministran sangre al miocardio) del ciclo de bombeo del corazón dura más tiempo. Por tanto, el corazón recibe un mejor abastecimiento de flujo sanguíneo y realiza un menor esfuerzo para enviar la sangre a todas las partes del organismo.
Los antagonistas del calcio pueden aumentar o disminuir la frecuencia cardíaca en reposo, mientras que otros tienen un efecto nulo sobre la frecuencia. Así, diferentes antagonistas del calcio se utilizan para tratar distintas enfermedades cardíacas.
Efectos secundarios – Los efectos secundarios graves no son frecuentes. Los menores varían desde rubefacción cutánea, cefalea, mareos, sensación de desvanecimiento, edemas en miembros inferiores, náuseas y vómitos.
Antiarrítmicos
Son fármacos que controlan el ritmo cardíaco. Los beta-bloqueantes y el antagonista del calcio Verapamilo, se utilizan para tratar trastornos del ritmo cardíaco, aunque existen otros medicamentos que se emplean casi de forma exclusiva con este objetivo. Uno de ellos es la Amiodarona.
Amiodarona
La amiodarona es un fármaco muy eficaz para el control de alteraciones del ritmo, especialmente para fibrilación auricular.
Efectos secundarios– En dosis bajas, la amiodarona suele ser un fármaco bien tolerado, pero se han descritos efectos secundarios importantes, como dolor de cabeza, sofocos, mareos y problemas gastrointestinales.
Efectos secundarios más graves y más raros son los trastornos del tiroides, sobre el pulmón y sobre el hígado. Para evitar estas complicaciones, a todo paciente en tratamiento con amiodarona se le realizarán análisis de sangre de forma periódica, así como radiografías y pruebas de función pulmonar.
La amiodarona aumenta la sensibilidad de la piel a la luz solar, por lo que con la toma de esta medicación, se debe utilizar crema de protección solar con alto filtro, además de un sombrero Anticoagulantes Algunas personas con miocardiopatía hipertrófica desarrollan fibrilación auricular. La fibrilación auricular tiene riesgo de formar coágulos de sangre. Los coágulos sanguíneos están formados de plaquetas agrupadas, y una proteína, llamada fibrina. Los anticoagulantes previenen la formación de fibrina, evitando así la de coágulos. Sin embargo, al mismo tiempo, facilitan una mayor sangrado e incluso pueden causar hemorragias internas. Existen varios tipos de anticoagulantes.
La heparina presenta dos formas de administración. La heparina intravenosa, que sólo se utiliza a nivel hospitalario, tiene un efecto inmediato en la prevención de coágulos. Otra forma de heparina es la llamada “heparina de bajo peso molecular”, que se administra por inyección subcutánea, tanto a nivel hospitalario como en domicilio.
El acenocumarol (Sintrom) o la warfarina se emplea cuando se requiere anticoagulación a largo plazo. También se utiliza con frecuencia en personas con enfermedad de las válvulas, especialmente si se les ha implantado una prótesis valvular artificial, o para ritmos cardíacos irregulares, como la fibrilación auricular persistente.
El efecto deseado con los anticoagulantes es hacer que la sangre esté más diluida y no se coagule tan fácilmente. Para obtener el objetivo deseado se necesita realizar controles habituales para garantizar que la actividad de coagulación de la sangre está dentro de los niveles de seguridad. Al principio, estas pruebas pueden tener que llevarse a cabo casi todos los días, pero posteriormente se realizan cada cuatro u ocho semanas.
Con la toma de anticoagulantes orales, antes de consumir cualquier otro fármaco, tanto de venta libre como por receta, se debe consultar a su médico, debido a la posibilidad de interacciones entre los anticoagulantes orales y muchos medicamentos, incluidos los antibióticos, la aspirina, procinéticos y con algunos que se utilizan para tratar la artritis, la gota, la epilepsia, la hipercolesterolemia o trastornos del ritmo cardiaco.
El alcohol aumenta el efecto del Sintrom, por lo que es importante evitar el consumo excesivo de alcohol. También se debe evitar el consumo zumo de arándanos, porque puede afectar a la cantidad de tiempo que tarda la sangre en coagularse. En el centro de salud se le informará sobre qué cambios debería hacer en lo que come y bebe.
Si está tomando anticoagulantes, es recomendable llevar consigo una tarjeta de anticoagulación y recordar a cualquier médico, dentista o enfermera que le atienda que está tomando anticoagulantes.
Los siguientes síntomas implican un exceso de dosis de anticoagulantes:
• Sangrado prolongado tras heridas.
• Sangrado que no se detiene por sí mismo.
• Sangrados nasales que se prolongan más de unos minutos.
• Sangrado en encías.
• Contusiones graves.
• Orina oscura.
• Heces de color rojo o negro.
• En mujeres, sangrado más abundante durante la menstruación, u otros sangrados vaginales.
Si tiene algún motivo por el que esté preocupado, póngase en contacto con su médico de atención primaria o hematólogo. Asegúrese de que tiene su dosis registrada en la tarjeta y el resto de medicamentos con usted.
Nuevos anticoagulantes orales
Desde el año 2012 están disponibles en el mercado una nueva generación de fármacos con efecto anticoagulante que, a diferencia del Acenocumarol o la Warfarina, no precisan de controles periódicos. Estos nuevos anticoagulantes también son menos sensibles a los cambios en los tratamientos o la alimentación. Por el momento estos nuevos fármcos no pueden ser empleados en todos los pacientes que requieren anticoagulantes. Su médico le informará si usted se puede beneficiar de ellos.
Diuréticos
Los diuréticos aumentan la producción de agua y sal en la orina. Son particularmente valiosos en la reducción de carga de trabajo del corazón, asegurándose de que el organismo no tiene demasiada sal o agua.
Los diuréticos también pueden ayudar a controlar la tensión arterial. Un exceso de líquido en su cuerpo hace que su corazón tenga que trabajar más para bombearlo y ese aumento de trabajo incrementa la tensión arterial.
Existen tres tipos principales de diuréticos, las tiazidas, los diuréticos de asa y los ahorradores de potasio. Las tiazidas y los diuréticos de asa (como la furosemida) pueden provocar la pérdida de potasio, por lo que su médico se encargará de realizarle un análisis sanguíneo una semana después de empezar su toma, para comprobar el nivel de potasio. Si se constata una disminución de la cifra de potasio, se le pueden dar suplementos o sustituir las tiazidas por diuréticos ahorradores de potasio para corregir el déficit.
Mientas esté tomando un diurético, no debe tomar demasiada sal con las comidas, ya que esto contrarrestaría el efecto de los diuréticos. No añada sal a los alimentos durante la cocción o una vez ya servidos, y evite los alimentos salados. Muchos alimentos procesados, conservas y comidas preparadas contienen altos niveles de sal. También es importante evitar el uso de sustitutos de la sal ya que estos contienen potasio.
Efectos secundarios – Los diabéticos pueden presentar un aumento de la cifra de glucosa en sangre como consecuencia de los diuréticos. Los pacientes con gota también pueden sufrir un empeoramiento de su patología por la toma de diuréticos.